Salgo, aún no he salido pero salgo, tres años de inciertas estabilidades me han dejado en puro hueso y sin ropaje, supongo, que para salir es el mejor vestido, nada más que la pura piel, poco más me queda. Salgo, ire rodando, aún no me voy, no del todo, primero parare en Madrid y me dejare querer, hay que reconstruir un par de piezas, que ahora mismo no encuentro.
Iré a Madrid por el camino corto, llevo tres años en una recepción soñando por internet, he soñado tantas cosas, la red esta tan llena, no es una ironía, iré por el camino corto que es el más retuerto, cruzare la transpirenaica, de mar a océano a través de las montañas, llevo de todo, todo lo que hace falta para por ejemplo girar el manillar e irme a Samarkanda, llevo una vida en los huesos y una casa en las alforjas, Samarkanda no es uno de los sueños, si lo es la ruta de la seda, este viaje también es una prueba, quiero llegar entero a Madrid, completo, sin miedos, ahora me devoran, desprenderse de tanta cadena deja un hueco, se tarda un tiempito en comprender que ese hueco ni esta ni ha estado nunca, la vida son espejismos, preciosos, y si te descuidas dejan cicatrices reales, me encanta descuidarme, no me moriré con el corazón inmaculado, eso ya es seguro. Por eso la transpirenaica es el camino directo a Madrid, la ciudad que tanto me ha dado, 9 años de amistades y creaciones, y reinvenciones, camaleones y sobre todo mucho amor que ha seguido tejiendo sus hilos mientras yo he vivido en Barcelona aprendiendo algo.
Aprendiendo a desnudarme, apagar la luz y dormir a oscuras. Como hacemos todos y para lo que yo no tengo arte. A mi no me gusta que se acaben los días, sobre todo aquellos en los que he pasado horas en una recepción soñando por internet, esos días, leo, veo películas, escribo, pinto, el sueño me atrapa por sorpresa revuelto en cables de música, echo un ovillo para no estorbar a los ocupantes de la cama, papeles, lapices, ordenador y un par de libros, merecen su descanso. La frustración a mi no me dejaba sentir que lo merecía por igual.
Tres años que han servido para aprender a quedarme quieto, a jugar al juego, casa, trabajo, trabajo, casa… Menudo juego miserable que hemos inventado, me voy, me marcho, ya salgo, primero una vueltica, para probar la bicicleta, “La Chala” de chaladura, para confiarme, luego me encierro, un poquitín,me vaciare las entrañas sobre papel , llevo una novela dentro, es un embarazo interrumpido y vuelto a interrumpir, más bien aparcado, nunca se fue, ni dejo de pesar un poco o mucho dentro, ni de crecer, sigue creciendo, ¡Como siga reviento!
Aparcada, porque había que escalar, salir, buscar, buscar, buscar… Porque de casa al trabajo únicamente, se va a quedar su puto padre, seguro que el trabajo es hijo de hombre, una cosa es aprender a estarme quieto, otra cosa es dejar de buscarla, buscarla en serio. “Caminas como alguien que tiene un propósito” dice mi madre, me encanta, puede ser, pero no tengo ni idea de lo que quiero ser de grande, y ahora también se esto “ni la voy a tener”, también se esto otro “Estoy orgulloso de no haberlo sabido nunca” un amigo dice que nos hacemos grandes cuando asumimos un personaje y nos lo creemos, puede ser, ¡Vivan los pequeñajos!
Buscarla, buscarla en serio, correr, correr tras ella, con el corazón en la garganta, ensordeciendo desde las sienes, sin aliento, sin azúcar en la sangre, un fantasma vacío en blanco, corriendo tras ella, cada vez más rápido, sin nada para sostener el impulso, si nada no, con el ansia como gasolina que no requiere estaciones de servicio, viene de serie.
Y entonces un centelleo, un momento, un instante, un segundo eterno, un mes, dos meses, hasta el último paso, caer al fallo, no dejarse, no dudar, nunca dudar, mantener la mirada, firme, aunque queme, y quema:
“La felicidad compensa en altura lo que escatima en longitud” Robert Frost
Puede que no sea cierto, puede que un día no escatime, puede, pero no es lo que yo he conocido, probaremos a salir, salir sin miedo, desnudo sobre La Chala, vamos a buscarla, a buscarla aún más en serio, sin casa, sin trabajo, sin perder el tiempo, ya veremos, llevo una cafetera, un café viendo el amanecer desde un rincón distinto del mundo cada día, llevo una tetera, una infusión cada día viendo un atardecer que no se volverá a repetir.
He aprendido tres cosas, los personajes sobran, no quiero crecer si significa creerse cierto. Se montar un negocio y no lo quiero, si algún día hay que crear otro monstruo que devore dinero cada mes buscaremos dragones, pero cuando a mi me de la gana. No quiero estabilidad, me ofrecieron un trozo de tierra fértil, precioso, allí está, si algún día lo deseo. He aprendido otra cosa que no quería comprender, no se nada del amor, ni yo ni nadie, por eso escribimos tanto, como las armas de destrucción masiva, cuanto más las buscaban más convencido estaba todo el mundo de que tenían que existir, no se puede retener lo que no comprendemos, solo vivirlo. Me llevo tres cosas en el complejo manillar de la Chala, el eslabón de una cadena de esclavo, un saquito de arena de esa tierra fértil, lo recogeré justo antes de salir y un corazón de madera mojado en perfume de vainilla.
Salgo mañana, con huesos, carne, piel, recuerdos y pasiones, me voy por el camino más recto, el que traza todas las curvas.
Tyrone Mactley